domingo, 27 de abril de 2014

Desarrollo humano y formación

La formación constituye un proceso de enseñanza-aprendizaje por el cual los sujetos de una sociedad cimientan los conocimientos y desarrollan las experiencias necesarias para permanecer en el sistema o en el mundo donde viven, el proceso de aprendizaje para lograrlo depende de la particularidad de los individuos y del entorno. Enseñar y aprender constituyen entidades que se conciben de forma conjunta para abordar el objeto sobre el que los individuos se acercan para construirlo y definirlo.

De acuerdo con Max-Neef(1986): “Concebir las necesidades tan sólo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de ‘falta de algo’. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, con también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos”.

La taxonomía de necesidades según Max-Neef, existen distintos tipos según las categorías existenciales, como ser, estar, hacer y tener, y de acuerdo con las categorías axiológicas, como subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad, además de los dos aspectos señalados por Max-Neef sobre el desarrollo humano, es imprescindible detenerse en un tercer aspecto: la potenciación del ser humano; es decir, no basta con darle a la persona los satisfactores para lograr un pleno desarrollo, también hay que procurar liberar su potencia para que así, con plena conciencia, pueda construir lo suyo y aportar en la edificación social de su colectivo.

La potencia permite que el individuo despliegue y revele su poder en diferentes escenarios, lo cual va ligado a la conquista de asumirse, comprenderse y desarrollarse, apropiándose de las facultades de las que está provisto, siendo capaz de poseer su representación con disposición, vigor y poderío. En síntesis, desarrollar la potencia plena del ser humano es permitirle adueñarse de la capacidad de hacer algo trascendente por sí mismo y por su colectivo.

La formación es el proceso de educación que traspasa los límites de los distintos referentes particulares en los que se actúa. Ni  la escuela, ni el trabajo, ni el vecindario, ni los amigos, ni siquiera la familia, tienen la potestad exclusiva de formar a individuos; pero a la vez, a todos les cabe ese compromiso y esa responsabilidad, es decir, lograr que las personas de su núcleo social contribuyan a gestar su propio desarrollo.

Sólo cuando se es consciente de la realidad, se está en condiciones de actuar sobre ella para modificarla, pues se encuentra el eje transformador en pro de uno mismo y de su medio social. Además, este grado de conciencia permite desarrollar seres autónomos, solidarios, cooperadores y con un profundo sentido de responsabilidad y de equidad, cada individuo, con su talento y su potencia, sea consciente de este conjunto, lo asuma y que actúe sobre él, de suerte que sea capaz de visualizar su mañana y así se empeñe, centímetro a centímetro, en mejorar sus condiciones y las del conglomerado al que pertenece.




Fuente: Pardo Luz Patricia Martínez: Desarrollo humano y formación, una responsabilidad social de las organizaciones.

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